Anna Maccagno

Alumna y colega de Anna menciona lo siguiente: Tenía clarísimo que el artista no es algo que se forma en 6 años de universidad, sino que es una búsqueda personal, que dura toda la vida. Ella, más que enseñar escultura, buscaba que el alumno interiorice las bases que le permitirán continuar y perseverar en esa búsqueda. Por eso para ella lo importante no es la escultura que hace el alumno, el objeto escultórico aislado no es el fin que justifica los medios, sino que lo fundamental es que el alumno, ejercicio tras ejercicio, empiece a adquirir las cualidades humanas sobre las que se puede construir la excelencia: una exigencia consigo mismo que lo lleve a dar lo máximo, sin concesiones. La práctica de esta exigencia lo llevará a descubrir el amor y honestidad con su propio trabajo, que se traducirán en búsqueda, experimentación y conocimiento.

En su texto de homenaje a Maccagno por el primer año después de su fallecimiento, menciona palabras muy ilustrativas sobre la premisa que fundamentaba el modelo de docencia de la profesora Anna: “quienes crean y moldean una obra han sido a su vez creados y moldeados por aquella figura amorosa y sabia que es el maestro [...] Esa imagen del maestro [...] se ha hallado encarnada de un modo ejemplar en Anna”

Según Roselló, quien fuera una de sus estudiantes, la profesora Maccagno representaba la figura de los verdaderos maestros al “conducir a sus discípulos por el camino de la verdadera búsqueda, evaluación y expresión de su verdadera esencia”.